martes, 27 de julio de 2010

La adquisición de la marcha


(La entrada o parte de ella ha sido publicada por Carlos Cabrero en la revista Ser Padres Hoy)

La adquisición de la marcha supone un logro muy importante en el desarrollo del niño, le va a dar autonomía para desplazarse hacia uno u otro lugar brindándole nuevas experiencias en la exploración del entorno. Andar es la forma natural de locomoción vertical, en posición erguida; esta actividad supone el control del equilibrio y la coordinación de los movimientos alternos de las piernas, así como la adquisición de la fuerza muscular necesaria para mantener el peso del cuerpo sobre las piernas. A la marcha se llega normalmente tras una serie de conductas de locomoción previas, de forma ordenada: Aprender a andar comienza por el control de la cabeza. Hasta el quinto mes se va consiguiendo un control de la parte superior del tronco que posibilita al niño pasar de estar tumbado a levantar el pecho y mantener la cabeza levantada, estar sentado con apoyo y agitar las piernas. Desde el quinto hasta el séptimo mes el niño adquiere un control postural del tronco y las piernas, es capaz de sostenerse un ratito sentado pero necesita apoyarse delante con las manos para no caerse, levanta la cabeza espontáneamente cuando está boca arriba, se pone de pie con ayuda y rueda sobre el costado. En los tres meses siguientes el niño hace esfuerzos para desplazarse y avanza arrastrándose sobre el vientre; se sienta sin peligro a caerse, se inclina hacia delante, hacia los lados y mantiene el equilibrio. Hacia los diez meses tiene ya mucha movilidad, sabe incorporarse y disfruta cambiando de postura, de sentado a tumbado; puede ponerse solo en pie sujetándose en algún mueble y puede gatear si le dejas a cuatro patas en el suelo. Con once meses ya marcha ayudado de una mano y apoyado en los muebles puede desplazarse en marcha lateral. Hacia los doce meses se sostiene de pie solo y es posible que pueda dar los primeros pasos, sus movimientos son parecidos a los de un oso, con las piernas separadas, cuerpo inclinado hacia delante y los brazos abiertos, parece que tomara precauciones ante las posibles caídas. Progresivamente irá adquiriendo más control y es hacia los tres años cuando puede decirse que la marcha está ya automatizada.

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LOS JUGUETES PERDIDOS

Este juego-test va a poner a prueba la capacidad para desplazarse de tu hijo. Realizando un circuito que tú montarás irá recogiendo juguetes, de tamaño pequeño, e irá colocándolos en una caja o envase que pueda sujetar con una de sus manos ya que con la otra se ayudará para andar apoyándose en el mobiliario que se vaya encontrando en el recorrido.

Montemos el circuito. Sitúa muebles sólidos a un paso de distancia, retira aquellos que se puedan vencer con facilidad. En tres sitios distintos emplazaremos un juguete. Tu cuerpo va a ser el punto de partida. A la salida, el gran reto, “una montaña”, en lo alto está el primero de los juguetes. Nuestra montaña no es otra cosa que la tabla de planchar apoyada en una banqueta baja o unos cuantos libros apilados, situada cercana a mobiliario sólido, que no se pueda vencer con facilidad, a una distancia tal que permita apoyarse en él sin estorbarse en la ascensión y descenso de la montaña pues una vez arriba y recogido el juguete hay que bajar. Para la simulación montañosa sirve cualquier otra superficie inclinada. Después “la cueva”, dentro está la caja donde se meterán los juguetes y cercano a ésta un segundo juguete; se trata de una mesa con “faldillas” levantadas éstas en un punto a modo de puerta o entrada y de tal forma que deje ver al fondo la caja. Y para terminar, ”el río”, al otro lado se sitúa el tercer juguete. Un río simulado con tiras de 10cm de ancho de cartulina de color o papel (No importa el tipo, podemos utilizar hojas de revistas, siempre que resalte del suelo). Ya tenemos el recorrido.
Comienza la fiesta. Ponte de rodillas, dobla el tronco y apóyate sobre los brazos. Tu hijo ha de pasar por debajo de ti; es un ejercicio que les encanta, lo querrá repetir. Ahora viene lo difícil: Tendrá que recorrer todo el camino, subir y bajar la montaña (Asegúrate de que la tabla no se va al suelo; para más seguridad te puedes situar en la “cima” asiéndola y jaleando al intrépido escalador), visitar la cueva y pasar por encima del río, sin pisarlo. Y todo eso sin olvidar recoger los juguetes y guardarlos en la caja (Sí le resulta complicado sujetar la caja le puedes ayudar.). Al final, se sentará, aplaudiréis los dos y él podrá jugar con su “fantástica” caja sacando y metiendo los juguetes conseguidos junto con otros que le des. A veces es necesario que realices el ejercicio primero tú. Dale un toque de misterio y aventura a la experiencia.

En niños de un año no realizan la prueba entre un 10 % y un 15 %.

No todos los niños, antes de andar, siguen las mismas pautas ni lo consiguen al mismo tiempo. La mayoría llegan a la marcha pasando por el gateo, algunos recurren a otras formas de desplazamiento como arrastrar el culo, utilizar una mano y una nalga...Lo que hay que tener muy claro es que nunca hay que forzar la marcha, hay que esperar a que el niño esté lo suficientemente maduro.


Detalles de las pruebas

Detalle los juguetes perdidos


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Evolución de la locomoción




RECIÉN NACIDO. Posición flexionada.
1 MES. Boca abajo puede levantar la cabeza unos instantes.
3 MESES. Se sostiene sobre los brazos y levanta la cabeza.
4 MESES. Intenta coger la pelota.
5 MESES. Si se le sujeta con las manos se mantiene sentado un poco tiempo.
6 MESES. Boca abajo se sujeta apoyado en las manos.
7 MESES. Se mantiene sentado un ratito pero necesita apoyarse delante para no caerse.
8 MESES. Levanta el brazo y deja caer “gustoso” los juguetes.
9 MESES. Se mantiene en pie con ayuda.
10 MESES. Se pone solo en pie apoyado en algún mueble.
11 MESES. Anda ayudado de una mano.
12 MESES. Puede dar sus primeros pasos.

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