domingo, 23 de noviembre de 2008

Diagnóstico de la lateralidad

Esta entrada o parte de ella ha sido publicada por Carlos Cabrero Muñoz en la revista Ser Padres Hoy.



¿Diestro o zurdo?

Dividamos, imaginariamente, nuestro cuerpo de arriba abajo en dos mitades iguales (derecha e izquierda) pasando por el medio de la cabeza, la cara, el tronco y la pelvis. La lateralidad es la preferencia por el uso de una de estas mitades del cuerpo frente a la otra. Normalmente, la preferencia lateral es determinada por la supremacía de un hemisferio cerebral (Está genéticamente determinada) sobre el otro pero la presión social puede contrariar, o confirmar, con el entrenamiento esta disposición a utilizar una u otra parte del cuerpo.

La adquisición de la lateralidad permite al niño, primeramente distinguir entre la derecha y la izquierda de su propio cuerpo, posteriormente proyectar esta referencia sobre los demás, sobre lo que nos rodea y sobre el espacio y su organización. Se han señalado trastornos de la motricidad, del lenguaje y adaptativos. Así nos encontramos con sujetos que, forzados en el proceso, manejan mejor la mano no dominante (Es el caso de los zurdos obligados a actuar como diestros) a costa de originar pequeños tics o incluso tartamudeos; o sujetos con predominio derecho en las manos e izquierdo en los ojos con serias dificultades para el aprendizaje de la lecto-escritura.

Ya hacia los cuatro meses se deja ver cierta predominancia en el uso de los ojos. Sobre los siete meses una de las manos resulta más habilidosa. Hasta los tres años se habla de lateralidad indiferenciada. De los tres a los seis años es fácil encontrarnos con alternancias en el predominio de una u otra mitad. De los seis, o siete ,a los doce años se da la independencia definitiva de la derecha respecto de la izquierda. La organización de los movimientos, el ajuste motor, exige que un lado tome la dirección y el dominio sobre el otro; la lateralidad cruzada puede ser causa de desajustes; la ambidextreza tampoco parece ser la fórmula ideal. Debemos ayudar al niño a lateralizarse de una manera clara, educando una preferencia hacia al lado derecho si está indeciso o presenta una zurdera muy leve. Pero sin violencia en éste último caso y atentos a la aparición de inconvenientes o trastornos que aconsejen la vuelta a la zurdera.

No es fácil distinguir con claridad la lateralidad dominante en el niño. O porque no está bien definida o porque no tenemos pruebas que nos permitan interpretar con nitidez los resultados. Para describir la lateralidad se examina el predominio de la mano, del ojo y del pie. Te propongo algunos ejercicios que dejarán ver la preferencia lateral de tu hijo.

Predominio manual

· Coge, con una mano, una baraja de cartas. Con la otra mano saca las cartas una por una, tomándolas entre pulgar e índice; tan rápido como creas que tu hijo puede hacerlo las vas dejando en la mesa. Después dale el mazo de cartas al niño y pídele que haga lo mismo.

· Llena una jarra de agua que tu hijo pueda mover sin excesiva dificultad. De repente os va a entrar sed. Asegurándote que no tiene nada en las manos dile que sea él el que llene los vasos.

· Vamos a ensartar objetos (cuentas, macarrones, botones de agujeros grandes...) en un cordón. Explícale primero como se hace.

La mano que saca las cartas, sirve el agua e introduce el cordón es, generalmente, la dominante.

Predominio ocular

· En el centro de un cartón o cartulina, tamaño folio, haz un agujero de las dimensiones de una moneda de quinientas pesetas, más o menos. Pide a tu hijo que con los brazos extendidos sujete la cartulina y siempre con los dos ojos abiertos mire a través del agujero un objeto determinado. Sin perder de vista el objeto dile que vaya acercando, despacio, la cartulina a la cara. Hazle antes una demostración.

El ojo hacia el cual dirige el agujero es el dominante. Puedes probar además sujetando la cartulina con una sola mano, derecha o izquierda; los resultados deben ser los mismos.

· Con un folio u otro papel haz un catalejo. Juega con tu hijo a ver paisajes lejanos; explícale que para una mejor visión a través del catalejo es necesario cerrar un ojo. En la mayoría de los casos el ojo que mira es el dominante.

· Sigamos jugando. Al otro lado de la puerta se encuentran toda clase de tesoros; a través de la cerradura se puede ver su contenido. Si dispones de una puerta con cerradura de las que se puede ver a través de ella, pídele que lo haga. Sino, dibuja una cerradura en un papel, haz el agujero, fíjala en un sitio y deja que vea a través de ella mostrando así su ojo dominante.

Predominio del miembro inferior

· Haz una demostración a tu hijo de cómo se juega a la rayuela. Después le toca a él. Coloca el tejo procurando que no esté más cerca de uno u otro pie y cuidando e insistiendo en que se mantenga siempre sobre el mismo pie, pídele que juegue. Explícale que debe golpear el tejo con suavidad.

El pie elegido espontáneamente se considera como dominante, Puedes comprobar su agilidad con el otro pie y comparar.

· Sin utilizar las manos, pídele que se suba a un taburete o altura semejante. Elegirá el pie dominante para iniciar la subida.

· Si el espacio lo permite, haz que “patee” con fuerza una pelota u otro objeto. Si estamos en casa y el sitio es reducido, juega con la imaginación y pídele que simule potentes lanzamientos de balón con los que poder llegar lo más lejos posible. Anota la pierna elegida para el lanzamiento.

Estos ejercicios, por sí solos, no son suficientes para establecer de forma clara y rotunda una dominancia lateral; habría que completarlos con otras pruebas así como con un cuestionario sobre la lateralidad de las actividades habituales del niño.

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